Las enfermedades pasan de padres a hijos y los hijos lo pasarán a sus
descendientes, en un juego mortal que ha caracterizado a la especie
humana en la ruleta rusa de la genética. Hasta ahora la ciencia se ha
dedicado a intentar paliar este tipo de enfermedades como el cáncer, una de las principales causas de mortalidad de la población
y que se repite en aquellos genes que heredamos. Nunca el ser humano ha
tenido control sobre el destino de las particularidades de la genética,
y si lo ha tenido lo ha hecho de forma testimonial, sumergida y cara,
muy cara.
Todo está a punto de cambiar con la revolucionaria técnica de CRISPR,
el futuro de la edición genética que permite al ser humano actuar como
juez de vida modificando a su interés el ADN de persona o animal para,
por ejemplo, evitar que esas enfermedades que han tenidos sus abuelos o
padres se reflejen en los descendientes. Con la modificación del ADN
todo parece muy bonito, es una revolución de vida que tendrá más
protagonismo en décadas posteriores, pero donde podría transformar a la
especie humana en un ser sin enfermedades, en un ser humano, menos
humano.
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